Sali de casa (estando en mi misera semana de vacaciones, debia hacerlo), tome el primer pesero que se me cruzo, me baje, me subi al metro, llegue al centro. Fui al cafe de Palma que tanto me gusta (ahi donde lleve a Angel por un capucho frio), compre un capucho frio de amareto.
Camine, camine y camine. Me sente en la plancha del zocalo, cerca de donde estabamos aquella noche de marzo oyendo a Madredeus. El viento me daba de lleno en la cara. La sentia fria, me di cuenta de que estaba viva, me senti feliz de estar viva y poder disfrutar ese detalle minimo de la existencia como la conocemos.
:’)
esto es verdad….
casi me haces llorar…. en serio… este tipo de cosas son las que mas se disfrutan, las que nos hacen sentirnos vivos pero por las que muy pocas veces no nos preocupamos y no nos detenemos a ver…
Hey, Guolquen, creo que las "vacaciones en casa" sirven precisamente para eso.
Chécate:
http://www.imoqland.com/Article446.phtml
¿A poco no es übercool caminar sin rumbo fijo y detenerte a observar la vida? 😀 🙂