Técnica depurada

How to Play Baseball
Photo credit: Wikipedia.

Esto lo escribí en junio del 2007, cuando regresaba a los placeres de jugar béisbol y me reencontré con ciertas cosas que amaba de este deporte y descubrí otras que por baboso había pasado por alto cuando era más joven. Precisamente el texto trata de eso, y ya que estamos con el Clásico Mundial de Béisbol (donde para variar, Japón lleva mano…).

 La vida en el jardín derecho apesta, más cuando uno se sabe fuera de lugar, mi lugar es dentro del cuadro, fui entrenado para ello, fui educado toda mi vida para jugar en la primera línea de defensa y no en la última, en la mera última. Porque allá nadie esperaba que tuviera que defender, para eso estaba allí, para no defender. Pero soy mejor que todos esos que están en el cuadro, en ese momento me decía. Ni aquellos costales de papas ancianos que ya estaban para la liga de jubilados ni tampoco aquellos otros fresoides que se contentaban con lucir bien el uniforme y rebotar cuanta pelota les fuera a las manos eran mejores que yo, eso decía y aún sigo creyendo. Hubo un tiempo en que yo jugaba allí donde estaban ellos, y lo hacía de manera espectacular, nadie me ganaba a la defensiva en el cuadro, ni en técnica ni en garra, pero ante la falta de jugadores que se prestaran para ello, a mi complexión (esbelta) y a mi muy relativa velocidad, los hizo suponer que podía lucir más de jardinero que de cuadro y siempre me mandaran a jugar a la baldía tierra conocida como el jardín derecho.

La verdad, yo en los jardines soy hombre al agua, nunca lograba hacer la atrapada buena en el momento de la verdad, siempre fue así desde mis épocas de infantil.

El marcador era desastroso, muchas a poquitas perdiendo. Cuánto hubiera querido empezar a jugar desde la primera entrada, pero el compagre tenía que jugar, también los hijos del compagre y los primos. A duras me metían, y consternado veía desde mi privilegiada posición cómo a nuestro tercera base se le caían los elevaditos; cómo nuestro parador en corto volaba fotogénica pero ineficazmente por la pelota y cómo nuestro segunda pifiaba la pelota una y otra vez.

La lluvia empezó a caer, el umpire no suspendió el juego, pues aún se podía jugar con las gotitas de agua que caían. Y entonces pasó lo que tenía que pasar: Un batazo profundo, largo, entre el jardín central y el derecho. Yo estaba bien colocado por fortuna y comencé a trotar para atrás, mientras calculaba si el central podía fildear la pelota en mi lugar, tras ver que en realidad él nunca la hubiera alcanzado, algo en mi interior me hizo seguir tras la pelota, que seguía en el aire y pasó por encima de mi cabeza, yo, con toda la sangre fría que jamás tuve, estiré mi mano para alcanzarla -y también para detenerme con la reja- y la pelota, mansamente, aterrizó en la punta de la cesta de mi guante. Escuché el rugido de la tribuna al tiempo que me estrellaba con la reja. Reboté y con el impulso lancé la pelota de regreso al cuadro, descompuesto y todo.

Say Hey Kid podría haber estado orgulloso de mí.

Al caer el tercer out, el agua se convirtió en hielo y el juego se suspendió, no era todavía juego legal, así que nuestra derrota no se consumó. Cuando recibía las felicitaciones de mis compañeros en el dugout, yo veía el granizo caer en el campo de juego y creía recordar que jamás en la vida había logrado hacer una jugada de ese tipo. Tenía la técnica desde siempre, pero me faltaba algo, me faltaba la confianza, la fe, los cojones pues, eso era lo que me faltaba cuando era más joven para poder hacer esas proezas.

Entonces yo entrenaba todos los días y jugaba cuatro partidos a la semana. Pero comía caliente tres veces al día, tenía un refrigerador que se llenaba mágicamente y mis padres me daban para mis gastos. Era tan fácil todo para mí.

Y al arribar a casa, prendí la tele para ver el fútbol. Justo a tiempo para admirar al Venado Medina recibir mal un balón estando solo frente al portero.

Ya no me quedaban dudas, la técnica depurada es más cuestión de carácter que de habilidad; más de confianza que de condición física; más de güievos que de facultades. Saberlo me acabó de deprimir.

Y afuera seguía lloviendo.

(San Pedro de los Pinos, 2007).

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Reporte 04/11/2012

india calcutta bookstore
Éste era yo en el 2008 .

Tras un largo rato de no escribir bien a bien acá, me doy el lujo de poner qué tal nos ha ido.

¿Y bien genio, qué rollo?

Pues finalmente lo logré, tengo una chamba dedicado a las redes sociales y pues no me ha ido *tan mal*, por un lado el aprendizaje ha sido duro, intenso pero satisfactorio y estoy cada vez más seguro de lo que hago y por el otro hay ciertos detallitos de mi trabajo que no me tienen del todo contento, pero si sumamos todo hay un superávit. Primero logré saltar el problema de la edad, salté a un rubro mucho más dinámico y prometedor que la industria editorial, la cual, entre más me muevo de este bisne, más tristeza me da porque ya comprendí los vicios que han colocando en la lona a nuestras amadas editoriales. No lo pondré acá porque este blog no tiene el objeto de denunciar nada, que eso lo haré en otros lados. Baste citar a alguien que a la mejor conozcan.

 

Mi recriminación a los editores: el único servicio que me han
prestado es haberme enseñado a vivir sin ellos. En ellos convive
la bribonería comercial con la extrema susceptibilidad artística
y una gran irritabilidad, sin que sean buenos negociantes ni
refinados críticos literarios. Para la producción de un libro sólo
hacen falta un autor y un vendedor, sin el parásito de en medio.

¿Cómo es tu trabajo, weh?

Hay quienes dirán que es extremadamente fácil, yo más que fácil lo encuentro sumamente placentero, que no es lo mismo, trabajo en donde la gente se suele divertir, luego entonces mi trabajo es similar al de los deportistas profesionales y las estrellas del PR0Ne, por lo tanto, si quiero durar en este oficio mi desempeño debe ser sobresaliente. Tiene un chiste, hay que saber cómo hacerlo y, me consta, requiere de mucho estudio.

Mis funciones engloban muchas áreas: atención al cliente, planeación estratégica, marketing, relaciones públicas, pero son sobre todo de marketing, y más existiendo una nueva rama que es conocida como «inbound marketing».

A continuación una explicación en donde queda explicada la razón por la que un editor como yo es ahora más necesario que nunca en una empresa.

 

Marketers should think like publishers.

 

Good thing that I am already a publisher. :P Una explicación adicional acá mero.

Entonces… ¿todo bien?

Podría estar mucho mejor, la verdad, pero creo que aspiramos a muchísimas cosas, sigo corrigiendo para Magró Gil, sigo al pendiente de cuestiones editoriales aunque ya nada más como pasatiempo, seguimos con nuestra idea de publicar y eso me parece que es cuestión de tiempo.

O sea, estamos bien gracias al Manitú.

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Diciembre de 2007, son más de 9 mil

...and here is a tapestry I made earlier...lol

…and here is a tapestry I made earlier…lol

(Photo credit: andronicusmax)

La fábrica sigue jalando, el Diluvio tiene que encauzarse, a cualquier idiota le sueltan un micrófono y una cámara la puede enfocar cualquiera.

No cualquiera puede pelear legalmente, pero si te hace falta dinero la calle te ofrece la oportunidad de morir por mil pesos. Un trato justo, un héroe está por surgir.

«We did it for the lulz» dijo el Peje; «LOL» corearon las masas.»Jesus was black, jews did the 9/11″. Un tapón en el Grijalva, dos chicas y una copa de helado. Traumas, demoedecanes haciendo kung fu en los semáforos.

Una suculenta cena en la Navidad, un lobo estepario no podría pedir menos que una gallina. ¿Pero qué no es una gallina, sino un pájaro zombie?

Un sol australiano de diciembre, cero crueldad en las madrugadas, una horrible bruma en el horizonte, «Sorry boy: Ring’s closed due to the smog». Noticias que el año pasado me habrían hecho exclamar algo como «¡Jolines, voto a Bríos y Equis De!» mientras bebía de mi atole de guayaba en mis oficinas de la costa.

Pero no estoy ahora en la costa. Desearía estar en la costa.

Ahora un oso negro me acompaña, corrijo, la mitad de un oso negro, cortesía de Boris Yeltzin, que se terminó la buena bebida rusa que quedaba. Sminorff fue considerado enemigo del pueblo, y no me sorprende, «Hazte cuenta que es Pedro Domecq, pero en ruso».

Calafia, lugar donde las amazonas cosechaban uvas. O al menos así decían que decía la leyenda. Los cosechadores de perlas pronunciaban ¡(sic)! cuando leían esa etiqueta, eso es lo que recuerdo. «¡Felices fiestas!» me dijo mi patrona cuando se retiró del trabajo. Me abrazó y me acarició las manos; Feliz Navidad le dije yo. Ella se fue de vacaciones a algún otro lado del mundo. Yo me quedé en mi lugar, el Diluvio seguía ante mí y debía ser encauzado. Nadie deseaba ser el tapón de piedras y lodo que lo habría de contener, nadie deseaba ser removido.

Pescamos perlas: perla, partícula irritante que atrapa el molusco y que éste recubre de bella baba nacarada, se han pescado tantas que podríamos ensartarlas y vender collares. Bueno, eso hacemos de hecho, pescamos perlas, las ensartamos y las vendemos como collares o rosarios.

Rosarios de perlas.

Vendemos las perlas y también al molusco que las produjo. Vendemos hasta las conchas, negocio redondo, chavo.

Mi oficina es alumbrada por el sol australiano, pero no estoy en Australia, no hay rugby ni hay cricket en la tele. Pero tampoco hay béis ni fútbol.

Nomás están los Patriotas. (!!!)

La luna nos alumbra ahora, un tenue resplandor acompaña a la gente.

¿Recuerdas que hace años tú perpetrabas milagros? Oh, sí que recuerdo, entonces ganabas menos que el mínimo y aún así juntabas para tus pequeños lujos.

Ésos eran milagros.

¿A cuánto está el mínimo? Está dos pesos con dos centavos arriba.

-¿Cuánto harías con eso?
-¿Estás insultando mi inteligencia?

«Salario mínimo al presidente, para que vea lo que se siente»

«Quinientos pesos semanales al líder del sindicato, para que vea que se siente regacho»

Trescientos espartanos resistieron en las Termópilas; Seiscientos jinetes cabalgaron en el Valle de la Muerte.

El 35% del presupuesto de la Real Comisión de Luz y Fuerza de la capital se va en salarios y prestaciones; Ecatepunk tiene 3 semanas sin electricidad.

Y Sánchez Azcona nomás padeció una semana.

La cocaína subió de precio, pues hubo una súbita disminución en su disponibilidad; Oferta y demanda, neoliberalismo puro; Cuesta de enero, estagflación en el Gabacho.

«Presidente, ¿cuál es la respuesta de su gobierno ante está situación?»
-We did it for the lulz.

Y el noble pueblo gringo exclamó: «LOL».

Una adivina me leyó la mano:
-Caramba, prepárate para lo inesperado.
Yo le pregunté que podría pasar, a qué se refería con «inesperado».
-¡Carajo, chico!, si lo supiera no sería inesperado.

El Diluvio había amainado, apagué mi estación y desconecté mis audífonos.

Ahora quería llegar a cenar y leer un buen libro.

Quería leer algo fantasioso, algo leve, algo risueño.

Nuestro mundo es cada vez más raro.

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