Regresamos después de un bonito periodo OL, mi entenado murió pero
ya conseguí un digno remplazo en la figura de Mostrencomputador III,
una Acer Aspire One sumamente módica y poderosa. Pesa la quinta parte,
quizá menos, que mi antiguo entenado, es 4 veces más poderosa, y tiene
muchos bonitas aplicaciones con lucecitas… y costó también la quinta
parte.
Pero qué hice mientras, pues escribí, mucho, bastante;
dormí, mucho, quizá demasiado aunque nosotros decimos que nunca se
duerme demasiado.
Además tuve oportunidad de ir
refinando muchas de mis ideas, ahora las cosas son simples porque ya
nada más será cosa de aplicar si lo que pensamos y meditamos no están
erradas.
Por otro lado, hice uso de La Habilidad que
para octubre o noviembre compliré un año de haberla adquirido. Me fijé
la meta de leer 40 libros para entonces y pues estoy a unos 8 de
alcanzarlo.
Lo sano, lo correcto hubiera sido dormirme ya
a una hora decente, normal, pero nunca pude, tampoco tenía necesidad de
ello, me aventaba sueñitos de 10 horas… realmente no tenía prisa por
volver a estar conectado.
Eso sí que nos gusta,también me
confirmó algo que yo sospechaba, que mi relación con los internets es
más de diversión, de comodidad que afectiva. Y sin embargo ahora que
volví me topé con que me perdí de algunas cosillas.
Y ya que hablamos de madres así, una comunidad de internet más o menos saludable se ve así:
Sí, sabemos
que esto ocasiona agruras, pero otros adoran producir agruras y más
cuando ya, algunos llevamos más de 3 lustros combebiendo con los
internets, incluso cuando se parecían más a un camionzote que a una
serie de tubos. Extraño mis épocas de malandro en las ML y los foros,
ya qué.
Toda mi mugrosa vida he estado teniendo buenas ideas que alguien más termina realizando en mi lugar por muchas razones: falta de tiempo, de dinero, de iniciativa…
Ahora, mi idea de comenzar una editorial indie me ha hecho seguir investigando sobre ciertas artes y tecnologías de tiempos idos que, apoyadas por las artes y tecnologías de estos tiempos apocalípticos, me han sorprendido por lo «simple» que me sería llevar a cabo mi plan, y más aún sabiendo lo que sé de esta industria, su organización, el modo en que nosotros trabajamos, etc, y más importante, cómo nos vemos comparados con otras industrias, digamos, la automotriz o las maquiladoras.
Es que para nadie es un secreto que desde que planté mi sucias plantas en este inmaculado pilar de la cultura he dicho que quería aplicar mis conocimientos de ingeniería industrial en mis afanes editoriales. Pus ahí ta.
Y pues en el blog de maese Heriberto Yépez ([url]http://hyepez.blogspot.com/2009_04_01_archive.html#7647923544068880693[/url]) hay un texto que no sé si él tradujo por gran justicia o si ya estaba traducido, el caso es que ahí se describe una situación loca, orate, pero que yo estaba presintiendo (¿sintiendo?) y parece indicar que no sólo volví a darle al clavo, sino que ahora sí… ahora sí… ahora sí parece que tomé la decisión justa.
Reproduzco sin permiso del bloguero o del autor, pero no creo que les importe. :P
Hace algunas semanas murió la industria editorial. La debacle económica fue el meteorito que golpeó al dinosaurio en la mismísima frente. La única sorpresa fue que las editoriales tradicionales duraran tanto.
Los despidos de los ejecutivos de la industria, los recortes masivos de personal en las más importantes casas editoras, así como la decisión de por lo menos una de las grandes editoriales de no aceptar nuevas propuestas de libros indican, de conjunto, el fin de la influencia de las grandes empresas del ramo. Por supuesto, seguirán operando para alimentar con libros de celebridades a un público obsesionado con ellas, y lo harán a través de puntos no tradicionales de venta de libros, como Wal-Mart y los supermercados locales. Pero el ramo que comenzó con editores que amaban los libros y publicaban lo que ellos querían está desapareciendo, víctima de su incapacidad para encontrar una razón de ser en el mundo de Internet y la impresión según demanda.
Los despidos son la consecuencia inmediata de una economía que se hunde, pero la muerte de la publicación tradicional es, en realidad, un suicidio. El ramo editorial devino demasiado grande y necio para poder sobrevivir, una víctima de su propia arrogancia y sus prácticas comerciales insensatas.
¿Quién escogió esto?
¿Existe acaso otra industria que escoge sus novísimas ofertas a partir del capricho colectivo de un grupo de personas (los responsables de las adquisiciones) que apenas poseen experiencia comercial? ¿Existe alguna otra industria que produzca miles de productos nuevos cada año y sólo brinde apoyo mercadotécnico a un puñado de ellos? Incluso los Tres Grandes del automotor realizan pruebas de mercado antes de que sus autos aparezcan en los salones de exhibición.
Dificultades para publicar
Hace 20 años, los editores hablaban de la regla del 80-20: el 80 por ciento de los dólares para publicidad se destinaban al 20 por ciento de los libros. Hoy, la regla más bien es del 90-10, o incluso del 99-1. Si el doctor Phil publica un libro nuevo en el mismo catálogo de autores noveles, obtendrá todos los dólares de mercadotecnia, mientras que un autor nuevo tendrá que conformarse con las migajas.
Como resultado de ello, las ventas del autor novel serán tan escasas que los agentes y editores tomarán la (mala) decisión de que la obra de éste nunca podrá venderse, por lo que el autor jamás conseguirá un contrato.
Cuando entro en una biblioteca o una librería y estudio las nuevas ofertas de las grandes editoriales acabo siempre haciéndome las mismas tres preguntas: ¿Por qué decidieron publicar esta obra? ¿Quiénes, según aquéllas, desean en realidad adquirirla? ¿Qué otras obras rechazaron si fue ésta la que contrataron?
A fin de cuentas, ¿qué nos ofrecen las grandes editoriales? Sobre todo lo mismo, una y otra vez: tratados políticos que se inclinan a la izquierda o la derecha (pero que ofrecen más calor que luz). Libros de dietas y ejercicios que no son más que un refrito de lo dicho por otros libros de dietas y ejercicios: coma menos y muévase más. Libros que reciclan a otros autores dándoles un giro religioso o con un nuevo punto de vista en cuanto a cómo hacer más dinero. O libros que no se cansan de hablar pero no dicen nada nuevo.
En una ocasión el director ejecutivo de una gran cadena editorial admitió que sólo el 2 por ciento de los libros de sus tiendas se vendían; el resto era
Justo
cuando creía que las cosas no podían ponerse más raras, Murphy con su
insondable sabiduría desata una epidemia que afortunadamente puede ser
controlarse, pero que si no se controla puede agregar más diversión
(¿todavía más!) a la que ya teníamos con la guerra contra el narc, la
crisis económica mundial, la crispación política… pero parafraseando
un clásico moderno: Esto no nos estaría pasando con López Obrador.
=====Cortina de humo
=====
Olvídense de tal cosa, no existe: La manipulación de información
para hacer parecer que tenemos una epidemia del vuelo del SAR
implicaría la participación coordinada del gobierno federal y del DF
con sus respectivos gabinetes sociales (que precisamente son sus partes
que ideológicamente están más enfrentadas) para, en el mejor de los
casos, fabricar evidencias de una epidemia con la ayuda de un gobierno
extranjero (el de Canadá) para engañar a la OMS o de al tiro también
contar con la complicidad de la OMS.
La navaja de Occam, baby. Mejor póngase un tapabocas.
=====¿Así como achú?
=====
Tengo un problema, la ciudad está desolada, es como una semana santa
sin celebraciones o procesiones. Sin mercaditos, sin fútbol o diversión
(bueno, originalmente así debían de ser las semanas santas), ir de un
lado a otro de la ciudad es fácil y sería hasta relajante de no ser por
lo tapabocas, la comezón que te da en el pescuezo cada que alguien tose
o estornuda y que tienes que tomar medidas mínimas aunque sea para
evitar que te contagien (o contagiar) al prójimo.
La ciudad sola, sombría, sin gente en las calles… no es precisamente 28 days later, pero se le parece, si lo sabré yo que estuve jugando béisbol casi 2 años con sendo par de zombíes.
=====¿Qué sigue?
=====
Primero lo primero, mantenerse vivo; después de eso sigue tratar de
hacer cosas por los lulz como toserle a los desprevenidos en la nuca,
trabarse en una guerra de escupitajos con la Monumental o la Rebel,
llevar carnitas tarascas al trabajo o usar una máscara de cerdo por la
calle en lugar de tapabocas.
Y yo que quería presumirles a ustedes, mi gente mi gente, de que ya
abrí mi editorial indie. Sí, tal cual. Desde que empecé el año vi que
la mejor manera de tener oportunidades de saltar al siguiente nivel es
creándose uno las suyas propias. Tras aprovechar la amplia gama de
recursos que te ofrecen los internets para conseguir software,
shareware, conocimientos y promoción, rápidamente he pasado de la mesa
de proyectos al terreno de los hechos para hacer mi proyecto piloto. Es
de béisbol, habla de un periodo negro de la historia de este glorioso
deporte cuyas consecuencias todavía se están sufriendo.
Mi plan de negocios es simple: Meticuloso cuidado editorial, trabajo
artesanal tipo Samizdat, tirajes cortos para evitar la aparición de
gastos de almacenamiento, mercadeo directo o semidirecto.
¿Tendremos ganancias? No sé, y de hecho me vale, me conformo con que
salga para las guamas y aparezca en mi ridículum… ¿qué podría poner?
¿Editor en jefe, director del consejo editorial o nomás editor a secas?
Bueno, eso a final de cuentas no importa.
Lo único que me importa es que los libros que logremos sacar sean
buenos, bonitos y sumamente baratos; que editorialmente sean pulcros y
nos den un nombre dentro del mundillo y con ello podamos seguir
publicando o bien seamos reclutados por la industria editorial para
tener mayores oportunidades.