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Juego, set y partido

Han sido unas épocas raras.

He leído y oído más cosas de las que quisiera. Luego he leído hasta las colaboraciones del prócer Luis González de Alba y he llegado a la conclusión de que si este país se »unde» no importa, porque como diría cierto grupo británico de rock (¿Modest House?) ya estabamos muertos antes de hundirnos.

Estamos ante una situación esperanzadora y a la vez deprimente. En 5 años habrá televisión descargable, internet inalámbrico público en zonas cada vez más grandes, la computadora cuántica (de la cual oí hablar hace un año aprox. de un colaborador de HP) estará cada vez más cerca. Hay proyectos muy ambiciosos que si fueramos listos tendríamos gente ya preparada para hacerles frente y aprovecharlos.

Pero no estamos listos ni tampoco lo somos, para nada. Son muy pocos los cerebros en nuestra república bananera que cuando llegue el futuro estarán preparados.

Pero preparar a la perrada no es la prioridad. Se están agarrando todos a sombrerazos por preservar una tecnología que le quedarán 20 años de utilidad, todo por conservar sus mezquinos intereses. Vi con Brozo que una cubana sabrosa encueró a los representantes de la cámara baja cuando no le pudieron responder cosas tan simples como la raíz cuadrada de 64 o qué es una regla de tres.

Los oigo todas mis jornadas diciendo cosas que revelan ignorancia o malicia. El único que no le juega tanto a eso son los meros macizos… porque estos muchachos, nada tontos, se mueven convenientemente en la generalidad, digo, nomás para no equivocarse. Así no hay chiste.

Pero entonces, ¿a quién sí ponemos en lugar de ellos? ¿Haría presidente municipal a su vecino, qué pasaría si su vecino tuviera tantito poder? ¿Verdad que es mejor no pensar al respecto o mejor dicho no tenerlo cerca?

Entonces ¿qué podemos hacer? Pues nada, procurar que cuando llegue el hundimiento, éste te encuentre por lo menos en primera o segunda clase.

Disfruten del agua. Porque en efecto, estamos acabados como país.