Buenos sentimientos, buena vibra, ¿buena suerte?

Estoy algo emocinado, regresar a mis antiguas aficiones me está haciendo más bien del que pensaba.

Supongamos que pierdes muchos kilos en un periodo corto de tiempo, supongamos que eso se debió más que a una dieta a que finalmente se estableció un régimen de ejercicio. Una mañana suena el despertador y al querer levantarte usando el mismo esfuerzo con el que te levantabas das un salto y te pegas con el techo. Bueno, eso fue algo parecido a lo que me ha estado pasando.

 

Me libré de dos que tres cosillas que realmente estorbaban más que de lo que ayudaban. Eran los escrúpulos a enseñar algunos escritos ya con mi nombre. Luego está el hecho de que siempre tenía la idea de que esto de los concursos son robos en despoblado. Gana siempre el favorito de alguien y pues lo que vi de un concurso (el Aguascalientes de poesía, un escandalote marca tormenta en la tacita de té) me pareció confirmarlo
pero para contrarrestar eso existe un plan B, sugerido por mi querida ex jefa de la aldea.

 

Uno, buscar publicar de cualquier modo, dos buscar competir. Esos dos elementos se supone son básicos, una vez que se logra pasar esos escollos lo que sigue es relativamente simple, sé tu propia competencia, lo cual podría ser no tan sencillo, pero bueno, según yo la vida es más simple cuando tus hobbies son tu trabajo. Cuando corregía libros simplemente por el gusto de cazar erratas era padre. Ahora que no sólo cazo erratas sino que también tomo decisiones de a quién podría interesarle lo que leo y hacerlo rápido, que los clientes se desesperan y podrían irse con las empresas de enfrente como que uno pierda mucho del placer de cazar erratas.

 

Hay otro detalle. Conforme pasa mi tiempo me doy cuenta que lo que más rulea en la vida es el freelanceo. No tienes patrones sino clientes; no hay horarios de trabajo sino fechas de entrega, puedes dormir 12 horas seguidas y trabajar las 12 siguientes; puedes detener tu trabajo para irte a tomar un café y a leer las revistas en el sangrons más cercano y regresar a trabajar hasta entrada la madrugada. Todo eso eso eso es lo que extraño ahora que tengo que desplazarme a un sitio para aplastarme 7 horas continuas delante de un monitor y donde hay que pedir permiso para todo.

 

Siento que lo que hago puede liberarme de pasar mis días así. Trabajando en una línea de producción, cuando la verdad es que yo me vine al DF para evitar trabajar en una cosa así.

Pero ya que.

 

Lo que realmente importa es que hay esperanzas, porque a final de cuentas, se dice, no terminan publicando los mejores o los más talentosos, sino aquellos que realmente quieran hacerlo con todas sus energías.

 

Así que con sólo querer dedicarme a escribir con todas mis energías bastará, ya después vendrán las cosas fantásticas y de ciencia ficción como poner una editorial indie, buscar talento, tener guerritas de flamas con la inteleitualidá de Ciudad Smog (sí, ésa que cree que fuera del DF todo es Tlalneplantla) y cosas así de padres.

 

El Manitú esté de nuestro lado, so be it.

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