Conozco gente que le hubiera encantado vivir en un mundo donde la magia fuera algo real, tangible. Que hubieran animales fantásticos, hechiceros, brujas y duendes. Gente con capacidad de invocar a la Naturaleza y sus dones.
Hoy me devolvía de la escuela al trabajo, pasábamos por el cruce que hay entre el nuevo paso a desnivel de Alta Tensión y la calle de Rosa blanca y se me ocurrió esto.
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