Bueno uno puede pasar las semana, los meses y los años pensando que si no tomas en cuenta aquello que sabes que no deberia tener ese aspecto pero que no te molesta, no debe de estar tan mal. Pero cuando de repente te percatas que la hora de los alimentos es una tortura en vez de un disfrute pues cambia radicalmente tu punto de vista.
Hace como 6 o 5 años de la última vez que fuí con el «muelólogo» y en su momento quede bien del tratamiento al que me sometí. No volví a regresar por ciertas actitudes que ya no me gustaron, pero desde ahi comenzó mi «herror». Cuando menos «deberia» haber buscado otro dentista y que me revisara periódicamente. Pero pues como ya despues no tuve ninguna molestia asumí que el trabajo era para «siempre».
Bueno el caso es que despues de aguantarme mucho y tambien de vencer la «desidia», me entrevisté con un «muelólogo» cercano a mi domicilio. No va siendo que pues después de que me revisara, me mira con cara de sopresa y me da el veredicto: «La verdad estás muy mal».
Y pues como dice el dicho «En el pecado llevas la penitencia». Me mostro la lista de las piezas que necesitan ser tratadas, y cuantas de ellas tenian que ser amalgamas, otras resinas y otras coronas. Nop, ya veia venir el sablazo de lo que me saldría el tratamiento (4500), pero ni modo, los requiero y si me tardo más, podria ser más caro y más doloroso.
Asi que las donaciones son bien recividas ya que me voy a tener que esperar hasta la quincena para ponerme a mano con los gastos de este mes.
Saludos